sábado, 23 de mayo de 2015

Higiene Mental



Higiene Mental


La verdadera alimentación humana transciende todas las interpretaciones estandarizadas sobre todo aquello que nutre nuestro organismo , así como a la compleja entidad que somos, la cual probablemente necesite de sustancias y elementos sutiles que no se encuentran entre el vasto universo de nutrientes conocidos.. En algunos aspectos el organismo humano sufre de un exceso ingestivo de alimentos adulterados y especialmente agresivos y tóxicos en cantidades innecesarias, que producen un estado oxidativo permanente responsable de envejecer múltiples sistemas y funciones orgánicas. Y es evidente que tal circunstancia precipita la senectud del ser por hallarse contenido en un cuerpo macilento enfrentado a innumerables conflictos internos. Restablecer en la medida de lo posible los niveles de equilibrio hemostático resulta pues una batalla diaria que consume desproporcionadas cantidades de energía, en tanto en cuanto el individuo permanece muchas veces inconsciente de los auténticos dramas químicos y eléctricos que suceden en su interior. Supone el hombre que la comida es su alimento, pero no siempre es así. En este apartado sobre higiene mental no profundizaremos de momento en las gravísimas irregularidades alimentarias que comporta nuestra dieta habitual, sino que más bien abriremos un espacio reflexivo, y tal vez contemplativo, sobre unos de los aspectos fundamentales que preservan y revitalizan todas las energías físicas susceptibles de fortalecer al ser humano; la mente. La mente como herramienta de creatividad. La mente como espacio íntimo aunque inmaterial pero tangible, donde se proyectan, contienen y elaboran los pensamientos constantemente, siendo estos las semillas vivas que emergen al universo de las realidades materiales dando forma finalmente a nuestro mundo interno y externo. El principio de la vida se encuentra en lo más profundo del pensamiento, independiente y libre del tiempo, pero anhelante de espacios donde germinar para expandirse y alcanzar todos los reinos de la existencia. El pensamiento profundo que nace de la conciencia es un acto creativo en sí mismo, más allá de las formas y dramas o alegrías relacionadas con su esencia, todo pensamiento es un mandato del ser interno que habita en el hombre. Pensar es concebir. Pensar es ver en nosotros.  Y a través de esa visión-pensamiento se genera una energía creacional que labora al instante para materializar cada pensamiento. El ser humano no es una entidad meramente física y terrestre. El ser humano es una creación divina cuya asombrosa naturaleza interior contiene extraordinarias similitudes con la Personalidad Divina del Padre de la Creación. Es en lo más oculto donde se halla la esencia del hombre. Oculto pero no ocultado, aunque parezca contradictorio en sí mismo. El cuerpo físico es un complejo y maravilloso vehículo temporal que permite el viaje de la vida material en mundos de asombrosa naturaleza. El no somos. Somos en él y fuera del, viajeros universales. Entidades de origen divino comprometidas con la aventura de la existencia humana. Existe una estructura inmaterial, sutil y prodigiosa, que actúa como un puente entre la entidad universal humana y su vehículo físico; el cuerpo. Dicha estructura no es más que la mente. La mente existe, pero no es física y por lo tanto no puede ser asociada a ninguna otra estructura dentro del propio cuerpo; pues donde se desarrolla y expresa el pensamiento, ¿en que cavidad, órgano o sistema?, ni tan siquiera se puede afirmar que en el cerebro, lugar preferido como hábitat del pensamiento por parte de los cientifistas mas ortodoxos. El pensamiento es libre…tal vez lo único libre que hay en nosotros. Y existe, aunque no lo veamos. El pensamiento es luz creadora, contiene la esencia del Universo. El pensamiento es la expresión creacional de la conciencia del ser interno. Es una semilla viva. Es la esencia manifestada del Ser. Y todo pensamiento usa el canal de la mente para expresarse y manifestarse finalmente. Es precisamente la mente el templo del pensamiento donde deberíamos adorar la fuerza creadora que está en todos nosotros. La mente, el altar de la voluntad humana. Somos la suprema triada del Universo reunida en el Hombre; Energia-Espiritu, Pensamiento-Mente, Cuerpo-Materia. La Mente es efectivamente un grandioso templo interior unido energéticamente con nuestro yo cósmico, el viajero universal, y enlazada con el cuerpo físico a través de ciertas glándulas y redes neuronales del cerebro. Es la mente el hijo amado de nuestro reino interno. Y como tal, está absolutamente necesitada del amor más sublime y del pan diario del pensamiento creacional, y del agua azul de los sueños alados que nos eleven a aquellos celestes reinos añorados donde la vida es igualmente azul. La mente debe nutrirse de la constante poesía de la inocencia del alma que contempla maravillada el milagro de la belleza material en los mundos que nos cobijan. Del sonido leve y fresco de los ríos del amor en nuestras manos húmedas de esperanza. La mente ha de alimentarse de los frutos del árbol de la sabiduría. Y también orar en el silencio de sí mismo a aquella Suprema Mente que la imagino como un dulce poema a la perpetuación de la vida inteligente.


No hay comentarios:

Publicar un comentario